miércoles, 29 de octubre de 2008

Noche de amor y...

(Extraído de LA CAMARA - algo que todabía estoy escribiendo)

Bladimiro giró a la derecha para tomar la Av. Dardo Rocha. Su destino era la ciudad de Lomas de Zamora. En el viaje, él y ella charlaron de las cosas ocurridas durante la reunión.
- Hay algo que no llego a entender doctora –dijo de pronto Gutiérrez- ¿Porque en algo tan importante como esto, nuestros clientes no están nunca presentes?
- Bueno, doctor… Supongo que será la garantía de seguridad que el Licenciado les ofrece. Está claro que los propósitos de La Cámara no son del todo legales. Igualmente doy por seguro que este hombre tiene un fluido contacto con los verdaderos jefes de la cosa. Debo serle sincera doctor, ese hombre me asusta, me da escalofríos –la voz de Lagos era suave pero entrecortada– ¿No le produce a usted lo mismo?
El abogado se giró para mirarla y no pudo hablar. Laura era una mujer realmente bella. Blanca como la nieve, de cabello oscuro y ojos negros. Era realmente brillante y su sonrisa era cálida como una noche de verano junto al río. Gutiérrez no pudo hablar hasta que ella lo arrancó de su devoción contemplativa.
- ¿Qué le sucede doctor? ¿Le pasa algo malo?
El hombre por fin pudo salir de su sueño y tratando de reponerse intentó demostrar que tenía todo bajo control.
- No… No me sucede nada doctora, solo pensaba como puede ser que usted sienta miedo del Licenciado. Es tan solo un hombre. Brillante por cierto… y hoy a demostrado que su carisma le proviene del manejo de poderes en los cuales hasta hoy yo no creía. Pero… nada que temer, Laura… Créame… -Al detenerse en un semáforo pudo volver a mirarla y conservar la cordura suficiente para poner en orden un par de palabras galantes sin llegar a sentirse torpe.- Pero… ¿Qué tal si dejamos de llamarnos doctor y doctora? Supongo que podemos dejar el usted y llamarnos por nuestros nombres de pila… Digo… ¿Si a usted no le molesta?
- En lo más mínimo Bladimiro –respondió Laura con la sonrisa floreciendo en su rostro– me parece una maravillosa propuesta. Ya me estaba cansando de tanta formalidad.
- Lo mismo digo Laura, es bueno que nos distendamos y nos conozcamos mejor… en un nivel más humano. Es bueno que de vez en cuando recordemos que no somos tan solo técnicos sino hombres y mujeres con pensamientos, sentimientos y emociones –Gutiérrez se asombró de si mismo y hasta interiormente se felicitó- ¿No te parece?
- Es cierto –contestó ella con un dejo de tristeza en el tono de su voz– ¡Por momentos me siento tan sola! Mi vida tan solo gira entorno de mi profesión, nunca encuentro un espacio para mostrarme como la mujer que soy. Jamás puedo hallar la oportunidad para mostrarme sensible, espontánea…
- Pero eso es algo que puede acabar. –la interrumpió aun mucho más seguro de si mismo– Solo es cuestión de tomar las decisiones correctas y no dejarse atrapar por la locura de cosas que vivimos a diario. A decir verdad –continuó ahora sincerándose– yo también me siento mal con la forma de llevar mi vida… -Cambió su gesto y por un momento fue resuelto y festivo- pero… ¡Para eso están las relaciones, Laura! ¡Y nosotros no debemos ser tan tontos y debemos saber aprovechar este encuentro que se nos brinda! -Laura comenzó a sollozar y se cubrió el rostro con las manos- ¿Qué te sucede Laura? –exclamó Gutiérrez, realmente preocupado- ¿Dije algo que te ofendió?
Bladimiro detuvo el auto. Era algún lugar de Banfield, en alguna calle muy poco transitada en aquella hora de la madrugada.
- ¡Por favor! –le suplicó- dime que es lo que te sucede.
Laura levantó el rostro y buscó un pañuelo en su cartera para secarse las lágrimas. Lo miró tiernamente y le sonrió.
- No te preocupes Bladimiro… soy una tonta… Tan solo es que hace tanto tiempo que no escucho a un hombre hablarme con tanta firmeza y tanta dulzura a la vez.
- Pues debes vivir rodeada de hombres ciegos, porque eres la mujer más bella que he visto en varios años de mi vida –la lengua traicionó al hombre. Si lo hubiese pensado un poco más no habría sido tan directo. Pero las palabras brotaron de él con incontenible sinceridad. Al ver que la sonrisa de Laura aumentaba, se sonrió de su propia traición y se sintió seguro y galante– Es la verdad, Laura. No puedo dejar de expresar lo que veo. Soy un hombre ya grande y no puedo jugar. La belleza es… es algo que no podemos ocultar… Un amanecer junto al mar es algo bello y nadie se pone a discutirlo. ¿Quién podría discutir entonces tu belleza Laura? Solo un ciego… o un tonto… y yo no soy ninguna de las dos cosas…
- No hables más. –lo interrumpió con una dulce y encantadora voz– No digas más nada.Ella lo miró fijamente a los ojos, le apoyó suavemente la mano izquierda en la boca y se llevó su índice derecho a sus labios. Aquello era realmente un sueño para Bladimiro. La visión no podía ser más maravillosa. Ella lo miró con inmensa ternura y lentamente se acercó a él. El doctor Gutiérrez no lo podía creer. Ella era la luna hecha mujer y sus labios estaban tan cerca de los de él… La observó una vez más antes de cerrar los ojos y mientras el beso fluía como un arroyo en primavera escrutó en su mente los rasgos delicadísimos de aquella dama.


¿De que se habló en la reunión de la que salieron el Dr. Gutiérrez y la Dra. Lagos?
¿Cómo termina el relato?
¿Cómo podría completarse el título?

El final del relato ya está escrito. Nada de lo que escribas será usado sin pedirte permiso. Estamos jugando...